ALTO COHÉN: CUANDO LA BENDICIÓN SE MULTIPLICA POR 7

14 de setiembre, sin duda un día muy especial, vísperas de la celebración de un aniversario más de vida independiente de nuestro país.  Sin embargo, para la comunidad de Alto Cohen, de la zona indígena de Valle de la Estrella de Limón, el día de hoy se guardará en la memoria y en el corazón de estos poblados indígenas, como un día muy especial, ya que, se celebró el sacramento del matrimonio para siete parejas de la localidad, y algunos de ellos hasta hicieron su primera comunión.

Ya desde días anteriores se venían dando los preparativos para este acontecimiento.  Primero, las Hermanas de la Caridad (de la Congregación de la Madre Teresa de Calcuta), habían preparado con sus catequesis a estas parejas, y con la comunidad prepararon convenientemente el lugar para la fiesta Eucarística, marco en el cual se celebraría el Sacramento del Matrimonio,.  Un excelente equipo de apoyo de Limón, había preparado la también la prolongación de la fiesta:  cuatro pasteles decorados con siete figuras de novios, comida para todos los asistentes, de manera que nadie se fuera sin comer.  Los niños también participarían para que, al final de la celebración, con las típicas bombitas de jabón, hicieron ese momento aún más emotivo.

El Obispo de Limón, Monseñor Javier Román Arias, quien de forma periódica está visitando las zonas indígenas de su diócesis, presidiría la celebración eucarística, y presenciaría el matrimonio de 7, número perfecto, de parejas, quienes ya tenían algunas de ellas más de 30 años de convivencia y, la más joven cinco años de convivencia.

En su homilía, Monseñor Javier comenzó cuestionándoles el por qué contraer matrimonio, después de tanto tiempo de vivir juntos.  “Dios los va a unir más fuertemente, y esta unión no se puede romper, hasta que la muerte los separe, y deberán estar unidos en las buenas y en las malas, tanto en la salud como en la enfermedad.  A partir de ahora, ustedes le darán un sentido sagrado a lo que han vivido, les dijo el obispo.

También les hizo la comparación de que  se trata de un proyecto de vida, donde la familia ha venido creciendo en número, y cuya finalidad, en la entrega para la realización de este proyecto de vida, de be ser la felicidad, les recordó.

Monseñor les hizo ver como en su vida matrimonial deben caminar juntos, apoyarse y animarse, dejando de lado todo aquello que pueda hacerlos infelices, o que impida el camino de felicidad.

Además, al advertir también la recepción, por primera vez algunos de los contrayentes, del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, les recordó la necesidad de realizar su camino tomados de la mano de Dios, ya que, “quien a Dios tiene, todo lo tiene”, también tomados de la mano de la Virgen María.

Una celebración sin mucho “protocolo”, sencilla, pero llena de significado, reflejándose el amor de las parejas, y una felicidad compartida, con toda la comunidad y en la cual, en el rostro del obispo, se reflejaba también la alegría de ver estos frutos del amor de Dios quien, a través del buen pastoreo de su pueblo, bendice copiosamente, aquí, hasta setenta veces siete.  Una bendición, multiplicada por 7.

 

 

 

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